“Todo hombre memorable corre el albur de ser amonedado en anécdotas;
yo ayudo ahora a que ese inevitable destino se cumpla”
Jorge Luis Borges
El epígrafe forma parte del texto Laprida 1214 en homenaje a Xul Solar e introduce el acto de amonedar, ser reducido a un metal de valor y por lo tanto, incorporar un valor de intercambio. La cuestión del escabel también está ligada a la cuestión del valor, es aquello que se pone en valor con respecto al Otro. Entonces, todo escabel corre el albur de ser amonedado cada vez, aún. Dependerá del lector si transforma el escabel en mercancía o en otra cosa.
Ruiseñores, la erudición bromista y la lectura.
Se pueden extraer al menos tres usos para el psicoanálisis que hace Jacques-Alain Miller de la obra de Borges. En la Conferencia (1998) “El ruiseñor de Lacan” plantea una lectura del Ruiseñor de Keats de Borges para instalar una polémica sobre los nominalismos y las clasificaciones. Ese cuento le sirve para ubicar la salida por lo singular: no importa si el ruiseñor es la especie o el individuo, la diferencia está en que Keats no es ni Ovidio ni Shakespeare, ahí no hay especies solo singularidades de un decir.
Otro uso se puede encontrar en Los usos del lapso: “Borges despliega en toda la producción literaria los cuerpos despedazados del saber. Se mueve como pez en el agua dentro de S (/A), tal como designamos el carácter necesariamente fragmentado, estallado, desfazado del saber y llega a forjar una poesía de erudición bromista. Por cierto, Borges había leído mucho, pero había leído, sobre todo, la Enciclopedia Británica, de donde extraía pequeños destellos que hacía alusión a una cultura universal” (37).
En resonancia con este uso, Alan Pauls en El factor Borges (2006) plantea que la enciclopedia pone en escena la formación de los sujetos que no tienen cultura. La enciclopedia se liga a la cultura de divulgación, que es una cultura resumida, traducida, de segunda mano con vocación de una totalidad arbitraria y diversa.
Este enciclopedismo, corresponde a la práctica sistemática de cierta ficción del saber y la cultura universal.
¿Dónde se apoya su arte? Los objetos podrán ser múltiples enciclopedias reales o inventadas; pero el lugar topológico pasa a ser un invento no antes visto: La biblioteca.
En la clase citada anteriormente de Miller, describe este espacio como el cuerpo mismo “(…) esa biblioteca ambulante que era Borges” (48). Ese “era” cobra un valor de existencia, una manera de encarnar un cuerpo.
El tercer uso, refiere al problema del tiempo, tópico central en Borges, pero lo que se extrae es la relación del tiempo con la lectura: de la premisa freudiana del inconsciente como aquello que no conoce el tiempo, indestructible, impermeable a cualquier acontecimiento imprevisto, como si fuera un libro escrito de una vez para siempre; la variable temporal del inconsciente se introduce vía la lectura y modifica el texto: “La paradoja, el sofisma, es definir el texto por la lectura que se hace de él. Si uno acepta definir el texto por la lectura que se hace de él, las modificaciones del sujeto se traducen como modificaciones del texto mismo.” (Conferencias porteñas, Tomo 3, p. 161).
Entonces, hay tres términos anudados: la biblioteca como lugar donde un cuerpo toma consistencia; las enciclopedias que sirven para infinitos artilugios del saber y el acto de lectura que hace que el libro nunca sea el mismo, una posición ética de entidad ontológica sospechosa.
La biblioteca como acontecimiento. La lectura como trauma.
¿Quién no tiene el recuerdo encubridor del momento cuando comenzó a leer? Por lo general, el sujeto trama una ficción de origen donde había un antes y un después, un momento previo de no saber leer y luego el encuentro con la lectura. Borges, en cambio no recuerda el momento de no saber leer y escribir. No hay ficción de origen o la ficción de origen es que no existió etapa previa de no-lectura.
Leyó desde muy pequeño a los hermanos Grimm, Mark Twain, Wells, Stevenson, Lewis Carrol, Poe, Dickens y el Don Quijote en una versión inglesa que tiempo después, al leerla en castellano, le había parecido una pobre traducción del inglés. A los 9 años emprende la traducción de un cuento de Oscar Wilde The Happy Prince -El príncipe feliz- que fue publicado en un diario de Buenos Aires.
Borges no se cansó de decir que el principal acontecimiento de su vida fue la biblioteca de su padre: “Yo creí, durante años, haberme criado en un suburbio de Buenos Aires, un suburbio de calles aventuradas y de ocasos visibles. Lo cierto es que me crie en un jardín, detrás de una verja con lanzas, y en una biblioteca de ilimitados libros ingleses”. (Prólogo de Evaristo Carriego)
Pauls afirma que en esa declaración se “sientan las bases de su ecosistema de escritor: la primera es cortar con el mundo (un jardín con verja); la segunda parte es convertir a la biblioteca en hábitat” (87). Esta no solo es un territorio de asilo, sino que también es el centro inmóvil del universo, donde se conjugan todos los mundos posibles. Transforma el espacio en un parque de diversiones, en un Aleph, en un laberinto, así como también en una lotería imprevisible. Era un lugar de profunda libertad, pero también su cárcel infinita.
Piglia introduce una idea central para la cultura, él va decir que la biblioteca borgeana permite un uso especifico de la herencia cultural: los mecanismos de falsificación, de robo, la traducción como plagio, la mezcla y el entrevero de filiaciones. Eso sería la tradición argentina. La biblioteca funda una tradición, dinamitándola, negándola, por ello Borges es el autor más subversivo. La tradición son los errores de traducción, son las traiciones a la supuesta tradición.
Lo que se lee, se escribe: Una imagen.
En el ensayo Borges. La invención de la literatura Julio Premat inventa imagen a tono con estas ideas: “Borges es el escritor-lector, un escritor que, en una iconografía virtual, en lugar de una pluma tendría en la mano lápiz para subrayar”. La escritura de Borges se expande a los márgenes de los libros, haciendo de la periferia, lo central. En esas anotaciones se combinan lecturas heterogéneas, deslegitimando jerarquías.
Borges inventa un dispositivo de lectura que no sostiene ninguna esfera del mundo, aspira a una totalidad, pero no-toda; en ese espacio se ejercitan operaciones de agujerear el sentido establecido, y también se elevan objetos a dignidades nunca vistas; la dialéctica centro-periferia queda deslocalizada. En ese lugar se subvierten los sentidos cristalizados como un escabel inigualable, se dispone de otra manera de autores, de libros y de entrecruzamientos posibles e imposibles. Produce de esta manera una totalidad difícil.
Borges: la biblioteca como escabel
Un libro de Borges en la biblioteca de cada uno produce ese Aleph y convierte nuestra biblioteca en inagotable, imposible, infinita.
Incluso la paradoja se hace presente: un libro contiene el catálogo de los catálogos incluso el que no se contiene a sí mismo. Ese agujero virtual que hace que un libro sea como un libro de arena que instala esa totalidad difícil y a su vez permite todos los anacronismos deliberados que cometa aquel que se deje llevar por ese escabel infinito.
A partir de Borges quedó socavada toda idea inocente de la biblioteca, todo acto de profesión de fe quedó cuestionado, el prejuicio de credulidad despreocupada con que se visitaban las bibliotecas y se consultaban enciclopedias quedó expuesto por una forma íntimamente extraña: “convirtiéndolas en las Tienditas del horror de la literatura”, al decir de A. Pauls.
Borges pudo decir de ella: “Todavía puedo verla y mi memoria me lleva a ella constantemente. Era una habitación grande, de techos muy altos, con estanterías protegidas por vidrios, donde reposaban varios miles volúmenes. Emerson dijo que una biblioteca es un gabinete mágico en el que hay muchos espíritus hechizados; despiertan cuando abrimos los libros. Yo sentí en esa biblioteca de mi padre el despertar de esos espíritus hechizados de los que habla Emerson” (Borges. Biografía verbal. R. Alifano. P 29).
Si como lo planteó Miller, Borges es esa biblioteca ambulante, esa invención- escabel hace que cada libro, como cada sesión, nos transforme – si tenemos suerte y nos dejamos llevar por la lectura contingente- en lectores ambulantes para sumergirnos y nadar como pez en las aguas del saber despedazado.
*Mesa ESCABEL I: JORGE LUIS BORGES. Intervención del Programa El Psicoanálisis en la cultura en el XV Seminario Internacional del CIEC. Narcicismos. Distorsiones y Soluciones del Cuerpo que tuvo como invitado a Marcus André Vieira (2023)