En el año 2004 en el CIEC se decidió inaugurar el Departamento de “Psicoanálisis y Política”. Dentro de esta apuesta colectiva, me entregué a la apertura de un espacio de investigación con el título de “La conversación del lacanismo con los filósofos”.
En este proyecto se involucraron, principalmente, algunos jóvenes, jóvenes en el sentido que le da Witold Gombrowicz: aquellos que no se deben a ninguna otra institución más que a su juventud. La juventud imprescindible entonces para avivar con el trabajo decidido un movimiento: proponer y sostener una agenda. Una acción, en definitiva, que “genera sus condiciones de enunciación”[1] antes que querer encajar o acomodarse en los enunciados existentes.
Esa agenda fue involucrándose en la Biblioteca Córdoba con el tema del “Testimonio”, tema fuertemente expandido en esa coyuntura con la conmemoración de los 30 años del golpe de Estado de 1976. ¿Cómo referirse en la plaza pública a una experiencia tal como la constituye el psicoanálisis? Cuestión insoslayable para objetar el reduccionismo de la comunidad de especialistas: una inercia que se cristaliza en el uso de la jerga.
Dicho trabajo interrogaba el estatuto del sujeto en la forma del testimonio puntualizando la doble vertiente (la matemática y la poética) del estilo en Lacan. Así se pesquisaron algunos textos de Jacques-Alain Miller, Oscar Masotta y Germán García en los cuales se extrajo la siguiente hipótesis: el empleo de la primera persona da fuerza a una enunciación que se sostiene del yo como resto. Cuando un testimonio tiene un estilo, vale decir marca singular, delinea y reafirma el lugar de peste o de “cosa” inasimilable del psicoanálisis. Por lo tanto, lugar impar el de esta escritura puesto que no toma la “vivencia personal” o un “sí mismo” autoreferencial ni se autoriza en una pura formalización. Se trata de una causa hecha con la satisfacción más singular de ese ser hablante, una escritura soportada de la opacidad de la pulsión que no deja de constituirse en una mancha en el paisaje de las narrativas vivenciales y de los relatos que se pretenden transparentes.
El arte del funámbulo
En una oportunidad Miller condensó en un término lo que podría ser un principio rector para la investigación en el Instituto del Campo Freudiano: precisión.
Algunas consecuencias se desprenden de este principio: preferir el detalle a la síntesis, el trozo al cuerpo imaginario, advirtiendo respecto del goce de la repetición la investigación deberá estimular el deseo por lo nuevo. Un deseo, por lo tanto de “encontrar lo mismo una vez más”[2].
En cuanto a la formación de ese deseo, deseo que se cuenta de a uno y que resultaría la clave para efectuar una investigación, ¿cómo crear las condiciones para que tenga lugar? Cuestión para nada menor puesto que un deseo sin formación es un deseo obtuso y una formación sin deseo sería una referencia vacía. Germán García subrayó recientemente en una entrevista, al referirse a la “nueva generación de psicoanalistas”, que “hay que crear una cultura que permita a alguien que quiera ser investigador insertarse en algún lugar”[3].
Este Programa trata del psicoanálisis en la cultura y de la cultura del psicoanálisis. Ensayará trenzar la cuerda de la Conversación del psicoanálisis en la civilización actual junto a ese gran Programa de investigación impulsado por Miller definido como la “psicosis ordinaria”.
En cuanto a la primera, mencionemos a un pionero, un mentor, un intercesor como Masotta, alguien que con su acción afecta la trama y la política cultural para, entre otras cuestiones, instalar esa gran Conversación del psicoanálisis en lengua hispana[4]. La Opinión Ilustrada en Córdoba recibe esa marca pionera que hoy rescatamos en esta puesta en Programa: queda en nosotros valernos de ellas, no para hacer historia, sino “para conmover(la) y tocar(la) a favor de la causa analítica”[5].
¿Cómo seguir, apropiarse e inscribir la orientación de ese Work In Progress llamado “psicosis ordinaria”? Puesto que no se trata de un modelo no alcanza con imitarlo, sería grotesco, ni tampoco declamar que se lo sigue. Hay que demostrarlo. Esta verificación implicará la transformación de ese saber referencial en saber textual producido en cada practicante, en “la certeza de su acto y la hiancia que hace su ley” (Lacan, Jacques “La equivocación del sujeto supuesto saber”).
A su vez, Miller pone en tensión el “currículo” al “ámbito de pasión” para reafirmar que la formación lacaniana “supone un ámbito, un caldero donde cada uno se sumerge y aprende a nadar por sí mismo, como los niños, a veces con la ayuda de salvavidas. Además está el análisis personal, que no es un aprendizaje en el sentido tradicional. Es el precio que se paga por el saber por sobre sí mismo. Es más fácil armar un currículo que un ámbito de pasión. Creo que debemos hacer un esfuerzo más por crear y fortalecer estos ámbitos de pasión”[6].
Una formación que no ceda ante lo real en juego en la misma forjaría las cosas de tal forma que apuntaría no solamente a evitar, siguiendo una metáfora de Sigmund Freud, “enviar a una expedición polar a gente vestida con ropa de verano y equipada con mapas de lagos italianos” sino que también construiría el ropaje o el salvavidas más ajustado a la diversidad de lo real.
Un trabajo que prepara la escena para “los analistas que vendrán” se sitúa doblemente en el piso del CIEC como red ya establecida y en una red que se va construyendo a la manera del funámbulo[7], ese que hace ejercicios en una cuerda. Advertidos de que un suelo firme no lo da la palabra del experto ni el uso de rutina sino el trabajo, el arte del que estuvo antes o en algún momento en la cuerda haciendo equilibrio.
César Mazza – Coordinador General del Programa de lectura e investigación: Psicoanálisis en la cultura
NOTAS:
[1] Germán García en “Demasiado tarde para lágrimas”, Revista El Murciélago Nr. 9.
[2] Miller, Jacques-Alain: “Clase inaugural del Centro Descartes” en Descartes N11/12. Ed. Anáfora. BsAs 1993.
[3] Entrevista a Germán García:
http://www.elpsitio.com.ar/Noticias/NoticiaMuestra.asp?Id=1823, 24 de septiembre de 2007
[4] Laurent, Eric: “Principios directores del acto psicoanalítico”en La Carta de la Escuela en movimiento Nro. 153, Octubre de 2006. Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Bs.As. 2006 pp. 1-3.
[5] Op. Cit.
[6] “Ámbitos de pasión” Entrevista a Jacques-Alain Miller por Julio César Moreno, Diario “La voz del Interior”, Córdoba, Argentina, 10 de agosto de 2000.
[7] Figura empleada por Lacan en el Seminario 10 La Angustia.
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CIEC – Programa de lectura e investigación:
El psicoanálisis en la cultura.
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Asesor: Eric Laurent
Presidente de la Fundación CIEC: Alvaro Stella
Directora del CIEC: Candela Méndez
Coordinador general del programa: César Mazza.
Seminario de Estudios Lacanianos: La invención del interlocutor Dictado por César Mazza. fermazza@yahoo.com.ar
Grupos de Lectura:
- La interpretación en psicoanálisis, la jaculatoria. Coordina: Carlos G. Picco – carlospicco99@hotmail.com, Whatsapp: 3516266275
- Tiempo y dinero en la práctica, inquietudes del practicante. Coordina: Luz Camozzi – luzcamozzi@hotmail.com
- Las clasificaciones en la infancia. Coordina: Fernando Tarrago – fernandotarrago82@hotmail.com
- Joyce con Lacan. Coordina Valeria Vinocur – valvinocur@yahoo.com.ar
Seminario de Investigación Clínica. Coordina César Mazza. Equipo de trabajo: Mariana Quevedo Esteves; Yael Ferri; Virginia Falabella; Jean Luis Hourgras y Gonzalo Guzmán.
Revista Exordio. Director: César Mazza. Editora Científica: Pilar Ordoñez. Comité de redacción: Gloria Sensi; Luz Camozzi; Fernando Tarragó; Noelia Chiantur; Pablo Ghibaudo; Melina di Francisco.
Web: sinthomaycultura.com Director: César Mazza. Comité editorial: Pablo Ghibaudo, Noelia Chiantur, Alejandra D’ Andrea.
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