¿Qué valor tiene un síntoma? En términos de valor de cambio, ninguno: el síntoma no es intercambiable o transferible, aunque los diagnósticos puedan armar síndromes comunes y un comercio terapéutico a su alrededor. Algo del síntoma siempre es rebelde a todo diagnóstico. Si lo pasamos a valor de uso, el síntoma se caracteriza por su policresis: posee unos usos singulares que no se reducen a la sobrevivencia o a la adaptación social.
Su anclaje en el significante lo pone en la vía de la diferencia: muta, se desplaza, condensa. El síntoma se sostiene en una estructura de lenguaje que hace hablar al cuerpo de aquello que no encaja en el discurso del amo, pero su consistencia no es semántica sino sintáctica. Una sintaxis que se resiste al extractivismo discursivo porque el síntoma ya es efecto de la extracción de un significante. Esta novedad, lleva a plantear el uso singular del síntoma al nivel de un proceso de escritura que abre la cuestión de los goces en el cuerpo o fuera del cuerpo (fenómeno y acontecimiento), etc. No es el síntoma que habla, sino el que repite dicho significante fuera de la cadena simbólica cuyo soporte es letra de goce .
Su anclaje en la letra indica la huella de las invenciones singulares frente a la irrupción de lo real. Así, el valor del síntoma es instituyente, no puede ser cotizado en el mercado del saber, sino en el uso singular que cada uno pueda darle en el curso de un análisis.
Coordinan: Juan Manuel Conforte, Patricio Debiase
Día y horario: frecuencia mensual / 4to sábado de cada mes, de 10 a 12hs.
Modalidad: mixta (presencial-virtual)
Presencial en el auditorio del CIEC: Corro 37
Mails de contacto: juanmanuel.conforte@gmail.com, patriciodebiase@gmail.com
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Según Freud, “nuestra ciencia se caracteriza no tanto por el material que trata como por la técnica que produce” (Conferencia 24 El estado neurótico normal). Si el psicoanálisis freudiano produce una técnica que introduce sentido en lo real para situar la causa de los síntomas ¿cuál es su consecuencia? Miller en el Congreso de Comandatuba [2004] dice “La práctica freudiana abrió la vía a lo que se manifestaba con todas las comillas que ustedes quieran, como una liberación del goce. La práctica freudiana anticipó la ascensión del objeto a al cénit social y contribuyó a instalarlo. Por otra parte, no es un astro, es un Sputnik, un producto artificial. La práctica Lacaniana, tiene que vérselas con las consecuencias de este éxito sensacional”. Podemos decir que el éxito del psicoanálisis freudiano, subvierte el valor de su práctica, no sin un resto. Más allá de su práctica quedan los restos sintomáticos que Freud registra en el fenómeno de la reacción terapéutica negativa. Estos restos no son alcanzados por el sentido, por lo que Lacan inventa una práctica enigmática que se sostiene de lo imposible y la contingencia ¿En esta dimensión cuál es el valor del síntoma para la práctica lacaniana?
En una de sus intervenciones vía la red social Twitter Jacques-Alain Miller lanzó una encuesta en la que preguntaba: “Lacan dice una vez que el psicoanálisis es una práctica ‘sin valor’ (…) ¿Quién de los suscriptores podrá explicar la frase de Lacan?” (@jamplus 14/6/2022). La frase se encuentra en la clase 11 del seminario 24 y tomándola un poco más ampliamente dice lo siguiente: “La primera cosa sería extinguir la noción de bello. Nosotros [psicoanalistas] no tenemos nada bello que decir. Es de otra resonancia que se trata, a fundar sobre el chiste. Un chiste no es bello. No se sostiene sino por un equívoco o, como lo dice Freud, por una economía. Nada más ambiguo que esta noción de economía. Pero se puede decir que la economía funda el valor. ¡Y bien! una práctica sin valor, esto es lo que se trataría de instituir para nosotros” (19 de abril de 1977). Las respuestas no tardan en aparecer en el portal de @jamplus, pero el calor de las intervenciones de Twitter nos deja con la sensación de que allí, más que una mera encuesta, hay una intensión de lecturas posibles. La cuestión del valor está siempre en el horizonte de indagaciones lacanianas, sea desde una cuestión económica, moral o su conjunción (“la economía funda el valor”). Pero, ¿cómo una práctica sin valor se puede sostener? Miller propone una práctica que no se rija por el principio de “eso marcha”, sino por el “eso fracasa”. La práctica lacaniana interviene en la dimensión del fracaso y esta “es una condición para sostenerse en el discurso de la civilización hipermoderna”. Porque mientras más insiste con el imperativo de goce más trastornos produce y demuestra que hay diferentes modos de fracasar. Es aquí donde el síntoma cobra un valor particular. El síntoma como signo de que hay goce, y que algunos son más satisfactorios que otros. La invitación del grupo de lectura es a indagar sobre esta “práctica sin valor” a partir de un pequeño giro al disparo de Miller, atendiendo a la noción de síntoma que comienza a articular y trastocarse en la última enseñanza.
17/03/2023 Breve escrito a propósito de lo invaluable del síntoma
El año pasado partimos de una cita de Lacan del Seminario XXIV, retomada por Miller en el Congreso de Comandatuba sobre lo que significa para el psicoanálisis “instituir una práctica sin valor”, sobre la base de una economía donde no rije la lógica del intercambio.
Se trata de abrir nuevas preguntas sobre cómo franquear la línea de una práctica sostenida por la palabra que tiende invariablemente dicho intercambio de sentido.
Si la lógica del intercambio sostiene la transferencia, ¿el valor del síntoma se agota en introducirse como un signo a ser intepretado durante el trabajo de transferencia? o bien ¿puede mostrar el desvío, mediante su formalizacion, para no encallar en los límites del sentido?
Consideramos que esta práctica sin valor no es posible sin la teoría del síntoma que Lacan elabora en sus últimos años de enseñanza cuando artícula en ella dos elementos heterogéneos: el significante y el goce.
Aquí se puede entrever porqué el síntoma analítico no encaja en una unidad de valor previamente establecida por lo simbólico, y deja abierta la posibilidad de orientarnos por el goce que produce. Porque no se trata de buscar la verdad de un significante incrustado en el síntoma que insiste en ser reconocido, sino de formalizar el goce de aquellos significantes que marcaron al cuerpo y se satisfacen en él. Síntoma que al dirigirse al goce, muestra su costado molesto e innecesario porque no responde a una cadena significante que encalla en el sentido sino en el cuerpo.