Texto de Presentación en Acto de entrega del Título de Doctor Honoris Causa a Germán García, Universidad Nacional de Córdoba, 15 de agosto de 2014, 11 hs. Salon de Grados, por César Mazza.
Agradezco a la ocasión, alegre ocasión, de presentar a un psicoanalista en este recinto para recibir tan distinguido título de la Universidad Nacional de Córdoba.
Germán García es el nombre que designa a un sujeto de doble ciudadanía, pertenece tanto al país del psicoanálisis como a la tierra de las letras.
Su incansable producción oral y escrita condimenta una exquisita forma de intervenir en la plaza pública.
En su larga marcha, tras caminar en las profundidades del gusto de nuestra cultura, y también en la de España, su nombre adquiere el estatuto de una cifra, el estatuto de un made in que instala el quehacer del analista de un modo inédito. Germán García se caracteriza por ser un avivador del discurso donde la agudeza, el saber alegre y la disposición permanente de despertar el diálogo constituyen su marca insoslayable.
Esa disposición lo lleva a menudo a crear un clima en el que el auditorio puede tomar la palabra, porque esa palabra no pertenece a nadie más que al logos que algunos son capaces de encender. Así, sea cual sea el portador de esa palabra, siempre que tenga una razón o una pregunta genuina, se constituirá en su interlocutor privilegiado.
Como escritor no ha dejado de encender la chispa de la creación violentando la rutina del significado. Su comienzo con la novela Nanina en el año ’68 lo ubicó en un lugar de adelantado en el mundo literario. Pero, alguien que llega al juego innovándolo es inasimilable para una moral media, reglamentada por los dictados del sentido común. Así, la eficacia de esa letra también tocó a los represores de turno de la dictadura militar de Onganía, los voceros del orden entendieron que esas letras eran un atentado a su rutina de significados y rápidamente entonces trataron de que su nuevo estado civil, su lugar como escritor, quede borrado con un juicio y con una condena de dos años de prisión en suspenso. La defensa del hombre de letras, de un hombre de 23 años… que no se debía a otra institución más que a su juventud, la defensa entonces fue escribir… otra novela, titulada Cancha rayada. Este comienzo, marcó a fuego, pero no al fuego lento de los que creen que tienen el futuro asegurado, la relación de García con la letra. Una ética de la escritura se irá gestando y unos pocos años después quedará cifrada en el lema de la revista Literal: no matar a la palabra, no dejarse matar por ella.
En los primeros años de los ’70, su constante empuje hacia lo nuevo por descubrir, al saber por inventar, lo conduce simultáneamente a encontrase con el psicoanálisis y con la redacción de la publicación Los libros. Llevado por su inquietud de escritor, entonces, da con Oscar Masotta para estudiar lingüística, semiótica y los textos de Sigmund Freud y de Jacques Lacan, al mismo tiempo que comienza a formar parte del Consejo de Dirección de Los libros, revista de crítica política y cultura cuyo mentor fue Héctor Schmucler, que hoy nos honra con su presencia en esta sala. Así es que Germán inicia su vinculación con Córdoba a partir de lo que él mismo nombró destellos mediterráneos, personas y revistas que forman parte de los acontecimientos que convulsionan la ciudad, tales como: Pancho Aricó, Héctor Schmucler, Oscar del Barco, Antonio Oviedo y por supuesto a los que pertenecen a la nueva generación como Diego Tatían, también presente en esta sala.
Otro capítulo del trayecto de Germán es el papel que desempeña en la institucionalización del psicoanálisis lacaniano tanto en España como en Argentina. Participa junto a Masotta en la fundación de la primera escuela de inspiración lacaniana en el ‘74, homónima a la de París fundada por Lacan. Radicado en España, prosigue el trabajo de Masotta fundando Bibliotecas de psicoanálisis “en Barcelona -dirá el psicoanalista francés Eric Laurent- Germán García animaba con su talento toda clase de libros que presentaba… haciéndolos hablar”. También crea publicaciones como las revistas Diwan, síntoma, Otium y Diagonal. En 1992, junto a J- A Miller y a otros psicoanalistas más, participa de la fundación de instituciones que hoy forman a las nuevas generaciones de analistas: la EOL, la AMP y el Centro Descartes.
Al final de los ’70, respondiendo a la solicitud de otros analistas en formación, realiza varios viajes a nuestra ciudad dictando conferencias y animando a que los grupos locales se institucionalicen al mismo tiempo que forja la creación de las primeras publicaciones de psicoanálisis en estas tierras. Cuenta el escritor Antonio Oviedo, quien también nos acompaña en esta sala, que “En una de esas pausas que inevitablemente hacen a la conversación se presentó el nombre para una revista. (…) Germán García, que estaba presente y había advertido desde el comienzo el aplazamiento casi invencible que suele alimentar la aparición de una publicación, sugirió que podía llamarse escrita”. Esta revista publica en nuestra lengua, en el contexto de devastación cultural de la última dictadura militar, a Lacan, Philippe Sollers y autores de la literatura universal. El sello Germán García quedó plasmado en la revista escrita con esta confluencia entre el psicoanálisis y la literatura.
Su gusto por la lectura de Macedonio Fernández y de Witold Gombrowicz lo lleva a incursionar en la escritura del ensayo. A su vez, el estudio “La entrada del psicoanálisis en la Argentina” marca un giro inédito en las investigaciones sobre el tema, este libro es el antecedente al trabajo que da lugar en el 2003 al otorgamiento de la Beca Guggenheim. El célebre académico Tomas Glick de la Boston University se refirió al procedimiento de ese libro de la siguiente manera: “Germán García hace la historia muy divertida y genial hay que admitirlo”. Este particular comentario señala lo que el estilo de Germán García logra: hacer hablar a la solemne historia, no para honrar el pasado, sino para dilucidar el presente, apostando al porvenir de ese extraño discurso sin líneas rectas ni escalones ascendentes, que es el psicoanálisis.
En cierta ocasión Jacques-Alain Miller se refirió al él en estos términos:
“hay de manera evidente un contraste entre este largo recorrido y lo que aparece como su constante juventud y entusiasmo. Ya es una obra que tiene una consistencia impresionante y es notable que nadie piense que hemos elegido a una persona que tiene una obra detrás de él. La tiene enfrente, no conozco a nadie que esté menos de vuelta que Germán García.”
Sorprende el hecho de que, cada tanto, nos llega la noticia de algún amigo o conocido que nos cuenta que fue a verlo a Germán, ya sea para conversar sobre lo que está escribiendo, por inquietudes conceptuales o porque le interesa el despliegue del psicoanálisis en el lugar donde vive. Algunos cuentan que al cabo de unas charlas en el bar prosiguen en su consultorio, pero ya dirigiéndose al analista. Otros, sencillamente alternan entre el bar y la biblioteca de Germán. Estas conexiones con personas de distinta edad y de disímil extracción no es posible sin ese hilo contingente que anuda el deseo. Germán es un pasador.
Hay quienes se sirven de él para pasar a otro discurso o bien a otra conversación. Como aquel primer diplomador sin diploma sabe habilitar singularidades.
Mentor de publicaciones y hacedor de un saber alegre, su producción se constituye en una fuente infatigable de transmisión para las nuevas generaciones.
Muchas gracias
César Mazza, Prof. de la UNC y psicoanalista
Reseña publicada por la Universidad Nacional de Córdoba.
Honoris causa para Germán García
La UNC distinguió este viernes al escritor y psicoanalista argentino Germán García.
Doctorado Honoris Causa a Germán García
El psicoanalista y escritor fue presentado por César Mazza, también psicoanalista y miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) sección Córdoba.
Mazza se refirió a la amplia trayectoria de García en ambos campos, y citó el lema de la revista Literal (dirigida por García entre 1973 y 1977) como un resumen de su ética de escritura: “no matar a la palabra y no dejarse matar por ella”. También mencionó la relación del psicoanalista con nuestra ciudad, que se remonta a fines de los años ’60 y se concreta a través de figuras señeras del pensamiento y la cultura como Pancho Aricó, Oscar del Barco, Héctor Schmucler, Antonio Oviedo y, más recientemente, Diego Tatián. “Mentor de publicaciones y hacedor de un saber alegre, su producción se constituye en una fuente infatigable de transmisión para las nuevas generaciones”, así concluyó Mazza la presentación del homenajeado.
Después de las palabras del psicoanalista cordobés, la vicerrectora de la Universidad, Silvia Barei, le hizo entrega a García del diploma que lo acredita como Doctor Honoris Causa de la UNC, junto con una copia del Manifiesto Liminar de 1918 y los Tomos I Y II de “UNC. 400 años de Historia”.
A su turno, García comenzó sus palabras citando dos aforismos: “El destino es un deseo que se cumple”, atribuido a Sigmund Freud, y “La represión viene del futuro”, de Jacques Lacan. Así inició una ponencia desenfadada y con toques humorísticos sobre Freud, Lacan, el psicoanálisis y su relación con grandes tópicos como la ciencia, el arte, la religión y la política.
El acto tuvo lugar en el Salón de Grados del Rectorado Histórico y estuvieron presentes, además de la Vicerrectora, la vicegobernadora de la Provincia, Alicia Pregno, la decana de la Facultad de Psicología, Claudia Torcomián, el decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Diego Tatián, la consejera de la EOL Córdoba, Hilda Vittar, y algunos de los intelectuales mencionados, como Héctor Schmucler y Antonio Oviedo.