Germán García: La única jam session
A raíz de la publicación de “Palabras de ocasión” (1), libro donde recopilo entrevistas de distintas épocas y diversos medios y lugares que le hicieron a Germán García durante cincuenta años, surgieron varias charlas telefónicas con el intrépido conversador. Un lunes, a comienzos de noviembre, a un mes de su inesperada despedida, tuve la suerte de volver a reunirme con él. Fue la última reunión. Me rectifico, como siempre, fue la única. Imposible unidad, inexistente suma, cada reunión fue única. Comenzamos en un bar, enseguida me invitó a que lo acompañara en su trayecto hacia el Centro Descartes y luego hacia su consultorio. Ya en su guarida, quiere mostrarme “Palabras de ocasión” decididamente ubicado entre otros libros, especialmente al lado de uno que me presenta diciendo: “junto a Horacio”. Lo dice empleando un tono de cálida amistad para referirse a Horacio González. De repente, claro, me había olvidado que era lunes, alguien llama a la puerta. Me pide que lo espere en la biblioteca, una sala ubicada al frente de su cabinet. Al cabo de unos minutos retomamos la charla y me pide: “leé esto, en voz alta”. Se entusiasma al disponerse a escuchar unas poesías de Leonard Cohen.
Sin ninguna conexión con lo que veníamos, le pregunto ¿leíste el Tristram Shandy?(2) De inmediato me contesta: “Sí. Tanto ese relato, como los de Rabelais, anteriores a la creación de la novela, fueron retomados por Joyce y las vanguardias”. Se sonríe al mismo tiempo que afirma: “Joyce recrea, al usar el anacronismo, ese humor en el Ulises…” Casi como esos músicos de una jam session, explorando la variación, Germán salta de un tema a otro. Digresión tras digresión, en cada variación va dejando una tonalidad, una chispa que apenas formada no tiene voluntad de extinguirse.
Ahora de vuelta en la primera sala, ajusta su gestualidad para incorporar sus instrumentos: la lámpara, los lentes y un libro de Apollinaire. Le presta su voz a un largo poema sobre la guerra, a otro titulado El amor, el desdén y la esperanza y también a la Linda pelirroja. Varios comentarios se intercalan entre los versos, yo retuve este: “Un fragmento de un poema vale más que toda una novela”.
Vuelve al libro “Palabras de ocasión”, trae el tema de la vida institucional y los momentos fecundos plasmados en varias entrevistas, para afirmar serenamente: “Algunos quisimos crear algo y otros sólo querían reconocimiento, lo que hice, lo hice a pesar de ellos…”. Esa voz que pasa y se enciende con los textos, repetirá el poema de Apollinaire, sobre una linda pelirroja, para quien quiera tomarla:
(…) Juzgo esta larga querella entre la tradición y la invención/Entre el Orden y la Aventura/Ustedes cuya boca está hecha a imagen de la de Dios/Boca que es el orden mismo/Sean indulgentes cuando nos comparen/Con aquellos que fueron la perfección del orden/Nosotros que buscamos por todas partes la aventura.
No cedo ante los dictados del sentido, ese que se hace común y vocifera a veces en silencio: ¿sólo hay líneas rectas, finales cantados, progreso escalonado? ¿Queda algo en el tintero? “Lo extraño a Borges”, lo escuché una vez decir a Germán. Entonces, recuerdo la imagen que dibuja Borges en la inmensidad. De inmediato, la tinta que dejó Germán forma un desierto, tengo la impresión de tomar un puñado de arena y arrojarlo unos escasos centímetros por delante, experimentar así que todo el Sahara se mueve. Cada puñado de tinta es una suerte, una zapada, un acorde inconcluso, una excusa para retomar en cualquier momento esta única jam session.
César Mazza, psicoanalista, director de la revista exordio, Córdoba, escrito un 30 de diciembre 2018.
(1) Palabras de ocasión. Entrevistas a Germán García, Los Ríos ed. Córdoba, octubre 2018.
(2) Sterne, L. Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, Ed. Cátedra. Colección Letras Universales.