Contra las palabras heladas
Por César Mazza
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Un Lacan dadaísta
En su Seminario del 18 de marzo de 1980 Jacques Lacan, al destacar el papel desempeñado por Tristán Tzara (1896-1963) en su diferencia con André Breton (1896-1966), delinea la oposición entre Dada y el surrealismo. El subrayado de esta oposición responde a una coyuntura precisa en la vida institucional de Lacan: la disolución de la Escuela Freudiana de París. Es preciso tener en cuenta algunos antecedentes inmediatos de su Seminario:
- El grito de guerra ¡Delenda est![1] –Cartago debe ser destruida– pronunciado por Lacan en la reunión del Consejo de Administración de la Escuela –EFP, 19-01-1980. La decisión fue convocar a una Asamblea de disolución.
- “A los mil, de los cuales una carta testimonia el deseo de continuar con él, Jacques Lacan les responde que funda ese 21 de febrero de 1980, la Causa Freudiana.”[2]
- Intervención sorpresiva de Louis Althusser[3], “en nombre de los analizantes”, en una reunión convocada por Lacan y aparición del primer número de Delenda –órgano de apoyo a Lacan en todo ese período.
Pero este proceder, el de ubicarse en las filas de la vanguardia histórica dadaísta, poco tiene que ver con un mero alarde intelectual sino que, a través de ella, Lacan fijará su posición política, clínica y conceptual en esa coyuntura. ¿Cómo realizar una lectura performativa de lo actual sin referenciarse a una tradición? Problema afín al insinuado por Boris Groys,[4] cuando propone pensar lo nuevo en función de un contexto de comparación llamado archivo. Puesto que lo nuevo en sí no existe, lo nuevo es, por definición, una categoría inabordable –porque le falta un significante para ser legible. Siguiendo esta perspectiva será imprescindible establecer el archivo como un contexto específico de comparación, que permite leer la novedad.
La operación de la vanguardia se define, entonces, por desmontar la embestida de las jerarquías que sólo se sostienen en la administración del sentido. Ante las Asociaciones establecidas que no dejan de resguardar un sentido religioso en sus cargos, Lacan relanzará el cartel como dispositivo de disolución del sentido. Por supuesto que el sentido-gozado mantendrá el pegoteo seguro de cualquier grupo sin causarle ninguna sorpresa a nadie. Contra esto, Lacan apuesta a una acción performativa llamada remolino. Un remolino de disolución implica perturbar la defensa y hará entrar en pánico a los que están demasiado aferrados a los semblantes establecidos. En esta misma línea propongo situar el desarrollo de Jacques-Alain Miller cuando desliza el término carnaval: “… poner [en la Institución] lo que Rabelais y Germán [García] llaman el ‘carnaval’ (…) Porque, dado el problema epistemológico del psicoanálisis, si no se introduce el carnaval, reina la infatuación o reinan las habilitaciones simbólicas vacías, y empezamos todo (nuestros congresos, el presidente, el director, el subdirector) de manera jerárquica, seca y congelada.”[5]
Determinadas acciones protagonizadas por las vanguardias históricas de principios del Siglo XX –Dadaísmo, surrealismo francés, vanguardia rusa pos revolucionaria– se propusieron disolver la institución del arte, más específicamente, la forma de organización de las producciones artística donde las separaciones –entre lo Alto/Bajo (la elite y lo popular), entre Vida/Obra, entre Arte/Política, entre lo Viejo/Nuevo– trabajaban reafirmando el conformismo de un modo de vida. Sin entrar en esta ocasión a medir los fracasos y los hallazgos de semejante empresa, es posible leer determinadas acciones de Lacan y de Miller, en contextos radicalmente disímiles, donde se apunta a la disolución del sentido que pretenden adjudicar separaciones segregativas contra el discurso del analista: lo alto (jerárquicamente establecido)/ bajo (los recién llegados); el afuera y el adentro. “Principio reaccionario, –dirá Lacan– que recubre la dualidad del que sufre y del que cura, con la oposición del que sabe con el que ignora.” [6]
Separaciones segregativas que adquieren, cada vez, nuevas modalidades de acuerdo a cada contexto,[7] pero eternamente se dirigen a un solo objetivo: menoscabar las consecuencias en la vida pública, en la vida institucional, del discurso analítico.
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Trayecto
Germán García, al subrayar las estrategias de “inmersión de una disciplina (el psicoanálisis lacaniano) en un paisaje cultural diferente”[8] propone dos momentos en la instalación de la enseñanza de Lacan en la Argentina:
1- El exotismo en la acción de Oscar Masotta. El primer movimiento consistió en marcar lo exótico[9] en el estilo de Lacan al mismo tiempo que demostraba su rigor lógico. Con este primer paso comienza el retorno a Freud en la Argentina. Es de destacar que desde su texto de 1965 hasta sus intervenciones en 1969[10] ubicamos el pasaje de Masotta del campo intelectual a otro campo específico, el de la práctica del psicoanálisis. El segundo movimiento se sitúa en la explicación, y trae aparejada una consecuencia: la claridad de Masotta.
2- Aclimatación. El Tercer Encuentro del campo Freudiano en Buenos Aires (1984) marca lo inverso del exotismo: los que rechazan a Jacques-Alain Miller y los que aceptan su propuesta. Se elogia la claridad de su estilo, pero de lo que trata, en definitiva, es de la política que subyace en la enseñanza. La estrategia de Miller consiste en extraer las consecuencias políticas, epistémicas y clínicas de la enseñanza de Lacan. “Ahora la enseñanza de Lacan está aclimatada, a cualquiera le parece tan clara que nadie teme enseñarla. Otra cosa es explicarla” dirá García.
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Lacan al revés
El ready made –urinario expuesto– de Marcel Duchamp logró sorprender y provocar “extrañamiento” al sacudir a la institución del arte y sus formas de organización: el museo y las exposiciones. Actualmente, cuando un artista intenta colocar un objeto de la industria ya hecho en el museo no provoca el mismo efecto de aquel ready made; en cierta forma ya es esperado y el efecto de choque se convierte en su contrario: una decoración de interiores. Así, los propósitos de la vanguardia histórica, centrados en disolver la institución del arte y sus correspondientes divisiones segregativas, ya puntualizadas, se vieron radicalmente transformados en su contrario: asimilación y utilización por parte del establishment. Porque la pregunta sobre la actualidad de las vanguardias históricas no apunta al intento –por demás infructuoso– de recuperar el pasado sino de situarlo en su valor de síntoma. El aspecto inasimilable de aquello que nunca encontró su recepción en el contexto en que se desplegó, pasará, según el montaje que se logre dar, a conformarse en un nuevo comienzo.
Porque los efectos de un Lacan al revés (calamidad recitadora, ilusión de pertenecer a una cultura central, cretinización y mediocridad expandida, etc.) no se hacen esperar; es preciso volver a jugar la partida del deseo. De esta forma, la espera será la oportunidad del que desea.
El deseo de obtener la diferencia absoluta desaloja el “confort intelectual”, –el más corruptor de los conforts–, que Lacan ubica en esa dimensión pulsional que se pasa en silencio cuando uno se condena a la repetición por la idealización de un discurso constituido en otro lado. El comienzo del discurso, un Exordio cada vez, encuentra su función principal en subvertir las formas del silencio que se reproducen en la cita de autoridad y la deferencia producida por los ideales. Vaya entonces este número al lector, crisálida en su silla.[11]
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Notas:
[1] Miller Jacques-Alain Escisión Excomunión Disolución Tres Momentos en la Vida de Jacques Lacan. Buenos Aires: Ed. Manantial, 1987, 236-7.
[2] Op. Cit.
[3] Uno de los nombres aludidos en el título del Seminario del 18 de marzo: “El Señor A”, el otro se refiere al autor del poema “El Señor Aa, el antifilósofo” de Tristam Tzara.
[4] Groys, Boris Política de la inmortalidad. Buenos Aires: Editorial Katz, 2008.
[5] Miller, J-A: “El psicoanalista y su comunidad (1997)” en Conferencias Porteñas T3 Buenos Aires: Ed. Paidós, 2010.
[6] Lacan, Jacques. “La cosa freudiano o el sentido del retorno Freud en psicoanálisis”. Escritos 1.
[7] Recibirá distintos nombres: SAMCDA (Cf. Lacan, Jacques. Radiofonía & Televisión. Barcelona: Editorial Anagrama, 1977), Mutualismo (Cf. Miller, J.-A. “Intervención sobre el mutualismo” en La erótica del tiempo y otros texto. Buenos Aires: Ed. Tres Haches, 2001. s, Sindicato de co-propietarios(Cf. Miller en El factor temporal en JJ 68, nov 09).
[8] García, Germán “Lacan, una pasión argentina”. Ñ Revista de Cultura Nro. 154 Diario Clarín. Buenos Aires, 9-09-2006.
[9] “¿Qué es lo exótico sino el resultado de la unión de sistemas simbólicos que tienen poco que ver unos con otros?” (Masotta, Oscar Sexo y traición en Roberto Arlt. Buenos Aires: Ed. Centro Editor de América Latina, 1982.).
[10] Nos referimos al pasaje de “Jacques Lacan o el inconciente el fundamentos de la filosofía” publicado en 1965 en la Revista Pasado y Presente a “Presentación del Segundo Congreso Lacaniano (Oct. 1969)” en Cuadernos Sigmund Freud n 1. Buenos Aires: Ed Nueva Visión, 1971. Cf. Izaguirre, Marcelo. Jacques Lacan: El anclaje de su enseñanza en la Argentina. Buenos Aires: Ed. Catálogos, 2009, 30-31.
[11] Tristán Tzara