Exposición en el Seminario Internacional del CIEC (23, 24 y 25 de abril-2015)
Por César Mazza
“No tengo opiniones, tengo situaciones”
(Witold Gombrowicz)
.
El Programa Psicoanálisis en la cultura se despliega desde hace ocho años en tres líneas: 1-La investigación sobre las clasificaciones diagnósticas. 2-Una instalación de textos en la revista Exordio y en la plataforma sinthomaycultura y 3-El Seminario de Estudios Lacanianos. Tres líneas que se retuercen según la ocasión y que van involucrando distintos lugares: ya sea las instituciones donde tienen su práctica psiquiatras que suscriben a la clínica clásica, susceptible de dejarse sorprender por la experiencia o la opinión ilustrada. Esto es: escritores, intelectuales y artistas amigos de la causa analítica.
.
Código de barra
Fabián Fajnwaks[i] plantea, en la entrevista realizada por el CIEC para esta nueva edición del Seminario Internacional, que existe, en la actualidad, una operación de reducción de todo lo que tenga que ver con el ser parlante a un lenguaje binario, algorítmico; inclusive el mismo ser hablante es factible de quedar subyugado en una cifra. Por ejemplo, dirá Fabián Fajnwaks, la lectura que se hace del scanner cerebral, en determinados exámenes neurológicos, pretende encontrar el alfa y el omega de un síntoma. Vale decir, reducir el síntoma al orden del trastorno: un cuerpo del cual ya no se espera que diga nada, más que una cierta cantidad de información.
Dilucidar esta operación nos lleva, siguiendo a Lacan, a ubicar la trama entre el discurso de la ciencia y el discurso capitalista. Consideremos, como un gran ejemplo de la combinatoria entre ambos discursos, cierta propuesta paradigmática donde confluyen, procedente del mundo anglosajón y particularmente de centros universitarios norteamericanos:
1- la organización del DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la American Psychiatric Association)
2-la psicofarmacología,
3-las psicoterapias cognitivas.
Siguiendo los desarrollos del Prof. Juan Carlos Stagnaro (1), la confluencia de estos tres elementos establecería, a grosso modo, un paradigma que detenta la descripción del conjunto de las presentaciones de la locura en forma descriptiva, supuestamente ateórica y basada en criterios explícitos de diagnóstico. Se trata de un reduccionismo porque el paradigma pretende establecer una relación biunívoca entre trastorno y fisiología cerebral.
Una cuestión a destacar en este paradigma es el deslizamiento de la descripción de los “síndromes” a la indicación terapéutica “correctiva” (combinación de psicofarmacología con tecnologías del yo tales como las terapéuticas cognitivo conductuales), sin indagar en cada caso sobre la etiología o causa. Se trataría del “universal fácil” según Jean-Claude Milner. ¿Cuáles son las consecuencias de este, para nada sutil, deslizamiento? Fundamentalmente este deslizamiento traerá una exclusión de la clínica, no solamente psicoanalítica sino que también de la denominada clínica psiquiátrica en su sentido clásico.
En un texto del Prof. Stagnaro publicado en Exordio Nro. 4 se analiza el tema de las clasificaciones diagnósticas, en especial las que se proponen en el DSM: luego de afirmar que el diagnóstico es siempre un juicio de valor, sostiene que la nosografía es la llave de la terapéutica en medicina. “Quien define la nosografía está prefigurando el tipo de terapéutica que se va a aplicar”. Ahora bien hay una serie de conceptos que son necesarios ubicar afín de entender cómo están armadas las nosografías: signo, síntoma, etiología, patogenia, síndrome. Para el análisis de las nosografías, dirá Stagnaro, se requiere combinar el estudio de la epistemología con la historia de la clínica y la psicopatología. Una articulación entre estas disciplinas nos permitirá un estudio crítico de las nosografías que nos llegan. No basta, por ejemplo, con la psicopatología o con la clínica puesto que cada nosografía tiene su fundamento en una o varias teorías y sólo una investigación rigurosa que rastree esas teorías se podrá hacer teniendo en cuenta una perspectiva histórica. Para tal fin es preciso crear un archivo viviente. Según el brillante filósofo alemán Boris Groys, un archivo funciona como contexto específico de comparación, entonces: ¿cómo dilucidar qué es lo nuevo sino contamos con esta referencia, los recursos naturales de una cultura? Un archivo donde se delinea el emplazamiento del psicoanálisis en la trama de nuestra cultura, tal vez pueda despertar más de una resonancia. Porque cuando decimos “que tales nosografías nos llegan” nos estamos refiriendo, en una cultura de importación como la nuestra, a las imposiciones del mercado, acompañadas a veces, como diría Jacques Lacan, de operaciones de prestigio.
.
GB.
Consideremos por ejemplo el trabajo que el Programa Psicoanálisis en la cultura realizó con la filial local de APSA (Asociación de Psiquiatras Argentinos).
J.-A. Miller le solicita a D. Wintribert, en un intercambio epistolar que se hizo público el 25-09-11 en Lacan Quotiden, que le envíe los textos de GB para publicarlos en Francia. GB llegó a nuestra ciudad y tuvimos la oportunidad de introducirnos en los fundamentos, producidos en uno de los centros del mismo imperio, contra las TCC y la ideología de la evaluación.
Al Prof. Emérito Dr. Germán Berrios, catedrático en la Universidad de Cambridge, lo conocimos por su artículo en Vertex Nº22. GB, un “tipo fuera de lo común”, oriundo de Perú, terminó su Bachillerato a los 13 años y se recibió de médico y filósofo a los 19 años- Llegó a GB (Gran Bretaña) y desde allí desarrolla, con su equipo, una serie de investigaciones que toman como unidad de análisis al síntoma. GB tiene una posición de distancia y crítica del DSM, sus fundamentos epistemológicos objetan que la “enfermedad” o el “trastorno” puedan ser una unidad de análisis. Las conclusiones fundamentales de este proyecto muestran que, señalaré dos:
– Existe una imposibilidad estructural para encontrar una señal biológica que decida una consistencia ontológica del sufrimiento psíquico.
– El síntoma es un objeto híbrido: ya que lo que llegamos a conocer de la señal biológica pasa inexorablemente por un configurador cultural, el lenguaje. Participamos desde este Programa del CIEC en una mesa de trabajo sobre “Los modelos de formación de síntomas” ante una nutrida audiencia de psiquiatras en las Jornadas “Posibilidades y aperturas de la psiquiatría del Siglo XXI”. Esta exposición fue publicada en la revista El Caldero de la Escuela Nro. 20.
La creación del archivo nos permitió realizar este lazo.
.
Descontar
En una práctica regulada por el paradigma mencionado sólo existe una pragmática; por ejemplo al diagnosticar o al estudiar el caso, la diversidad propia de lo real se mete en una clase previamente establecida de acuerdo a una nomenclatura. De esta manera este discurso no puede dejar de establecer una clasificación segregativa. A la inversa, Eric Laurent plantea que la “poética” en el discurso analítico, cuando se produce, desplazará el lugar de la pragmática hasta constituirse en su envés. Ahora bien, se tratará, en esta poética de una operación efectuada en dos tiempos:
1- una desclasificación al desajustar los S1 (los casilleros establecidos), y
2-Lo que viene al lugar de esta desclasificación es una creación de ejemplares de extensión única puesto que su valor ya no es proposicional. Se corresponde con el “universal difícil” siguiendo a Milner.
Según el DSM el síntoma adquiere sólo un valor de cambio y recibe su notación en un código. Este código se redobla en el código de barra del medicamento prescrito. Procedimiento protocolizado que lleva hasta el paroxismo la afirmación de Walter Benjamin, “En tanto que el hombre como fuerza de trabajo es mercancía, no necesita verdaderamente ponerse en el lugar de ésta”. Siguiendo la pendiente del DSM podríamos reemplazar fuerza de trabajo, por consumidor. A la inversa, un análisis puede ubicar en un valor de uso aquello segregado del síntoma como inútil. Tal vez esa “amargura que se experimenta a causa de la propia inutilidad” que padecen determinados pacientes, señalada por Lacan en su Tesis[ii] podrá subvertirse en efectos de creación. A su vez, en cuanto al valor de uso, un objeto o un hacer pueden ser útiles sin que necesariamente se constituyan en mercancías. Es decir, que el valor de uso siempre es en singular: no se cambia un traje por otro ni un valor de uso por otro idéntico, dirá Marx.
.
Operación poética, exordio
Retomando los desarrollos de nuestro invitado en el libro “Claridad de todo… (Jean-Claude Milner), y en su texto Dassein Sprache (habla o la palabra del ser ahí) se puede subrayar la operación poética de Paul Celan en afinidad con la de Lacan con la lengua adormecida de los psicoanalistas.
Paul Celan, poeta alemán de origen judío rumano y habla alemana sobrevivió al campo de concentración nazi; Fabian Fajnwaks plantea el proceder del poeta con la lengua opresora, el alemán de los verdugos. Celan realiza una “deconstrucción de la lengua con sus parataxis y sus escanciones bizarras”[iii] logrando torcer, transformar la lengua de la muerte, la lengua del Tercer Imperio. Vital proceder que Celan logra utilizando los recursos del mismo alemán: la conjugación de sufijos para producir palabras compuestas. Esta singular manera de tratar con la lengua se extrae como ejemplo para situar la operación de Lacan en su Retorno a Freud. Fiel a su exoestilo -según el neologismo propuesto por Milner para caracterizar el estilo de Lacan – realiza un forzamiento del bello francés literario asentado en la cultura de entonces. No deja de impactar encontrar un Lacan consecuente con lo que él mismo aforiza en su Seminario 24: “lo primero sería extinguir la noción de lo bello. Nosotros no tenemos nada que decir de bello. Se trata de otro tipo de resonancia que tiene que fundamentarse en el chiste” (Hacia un significante nuevo. 17 de abril 1977). ¿Una prueba de esto? La encontramos en la provocación que Philippe Sollers desliza cuando dice que Lacan “escribía mal”. Efectivamente, dirá Miller, se trata de otra cosa, Lacan “no busca la armonía, la rehúye, practica la disonancia, rechina. Diluye a veces la atmosfera con un sarcasmo, un despropósito, pero cava un surco y le deja al lector fórmulas que quedan” (Miller, J.-A. El demonio de Lacan). En consonancia con esta cuestión se puede traer a colación la cantinela con que cierta crítica pretendía impugnar la virulenta escritura de Roberto Arlt con la escolar frase “escribía mal”… sin apreciar que la fuerza de su estilo está en esa singularidad, en esa supuesta anomalía.
Entonces esta operación lacaniana de avivar el psicoanálisis no es cosa del pasado superado, sería creer en la evolución y en el progreso. No, hay un retorno permanente por una razón propia del discurso analítico: a diferencia del discurso científico la vida del psicoanálisis no es independiente de la manera de expresarlo, de decirlo. Y de esa manera de expresarlo dependerá su subsistencia y su viveza. Con el exquisito humor de Alfred Jarry, Lacan afirma “Vivan los polacos, porque sin ellos no tendríamos Polonia” trasladándolo a los psicoanalistas y el psicoanálisis, el problema se impone cuando a lo paradójico, a lo aporético propio de la experiencia se lo anestesia con un lenguaje de rutina, con una cacofonía de la cual ya no se puede extraer nada, más que una frágil pertenencia en la comunidad analítica. Exordio, término del dispositivo de la retórica que significa comienzo, nace con la fuerza de lo no hecho, con la irrupción de los recienvenidos, el CIEC produce este movimiento… Entonces, Exordio ensaya responder a este problema: ¿Por qué pasar por otro discurso?
.
Notas:
[i] Fabián Fajnwaks es Psicoanalista miembro de l’École de la Cause Freudienne, de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Doctorado en Psicoanálisis.
Doctorado en Psicología Clínica y Psicopatología.
Jefe de Conferencias del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de Paris VIII.
[ii] Lacan en “La psicosis paranoica …” toma nota de uno los rasgos de la “personalidad sensitiva” caracterizada por Ernst Kretschmer que reaparecen de una forma exagerada en el delirio de algunos pacientes.
[iii] Cf. en Exordio Nro. 3.
.
.