El reconocido teórico político griego Yannis Stavrakakis, autor de importantes libros como “Lacan y lo político”, “La izquierda lacaniana”, entre otros, brindó una Conferencia en torno a la teoría política y su relación con el populismo, la experiencia de Syriza en Grecia y el contexto de la crisis europea el 01 de octubre del corriente año en el Pabellón Venezuela de la UNC.
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De la visita de Stavrakakis: “No matar el significante vacío, no dejarse matar por él”
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1.- Cada cual inventa a sus precursores. Para Laclau el precursor de su teoría de la Hegemonía no fue ni Lacan, ni Gramsci, ni Levi Strauss: fue la revista Literal. Podemos decir que el punto de partida de la teoría laclauiana es una frase que se instaló en los setenta y que Stavrakakis repitió casi textualmente en el inicio de su conferencia. La frase es, entonces: “la literatura es posible porque la realidad es imposible”. Cambiemos “literatura” por “política” y obtendremos, cual en una fórmula precursora, el axioma inicial que recorrerá de punta a punta la teoría laclauina. Por ejemplo: La política es posible porque la imposibilidad constitutiva de la sociedad sólo puede representarse a sí misma a través de la producción de significantes vacíos. (Emancipación y diferencia, p84). Ergo: “la política es posible porque la sociedad es imposible”. Claro que aquí ya hemos agregado un elemento más: el significante vacío. Por supuesto que el concepto de significante vacío lo podemos remontar a la famosa Introducción a la obra de Marcel Mauss de Levi Strauss. Ahora su especificidad en un contexto político determinado (la agonía de la primavera camporista) y ya no antropológica, se la debemos a un texto conjunto entre Germán García, Osvaldo Larmborgini y Luis Guzmán para el primer número de la revista Literal: El matrimonio entre la Utopía y el poder. En el texto se habla de Perón (sin nombrarlo como dice Ariel Idez en Literal. La vanguardia intrigante) como el “portagrama”, es decir, aquel que acumula el capital simbólico de una conjunto de representaciones colectivas disponibles para transformarlo en capital político. Es decir, un significante vacío. Perón es, de este modo, un personaje literario (es decir político porque entre ficción y política se construye la intervención literal).
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2.- El estilo panfletario y de manifiesto de literal hacían de sus textos verdaderas intervenciones (a buenos entendedores). El estilo académico de la teoría laclauiana, hace de sus textos una teoría general de la intervención. No sería exagerado decir que la teoría de Laclau supone una domesticación académica de la irrupción de un lenguaje salvaje en el campo intelectual. Tampoco es una exageración decir que al convertirse en una parte de la teoría política, la intervención literal sobre un lenguaje hegemónico puntual, pierde la fuerza para derribar ciertas resistencias académicas. Vale como ejemplo la conferencia de Stavrakakis en la cual después de una larga explicación sobre la “teoría laclauiana” y aplicándola sobre los procesos políticos de “Podemos” en España y “Syriza” en Grecia, culminó, luego de una pregunta insidiosa sobre el peronismo en Argentina, diciendo que dentro de la teoría cada proceso poseía sus singularidades. Nuevamente la singularidad queda denegada del discurso académico que apunta a la Universalidad. La pregunta peligrosa que se podría sospechar es: ¿y si esta teoría política ya no fuera suficiente para dar cuenta de lo real (singular)?
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2 bis.- La teoría es una consecuencia de los procesos singulares. Es parte del proceso y no viceversa. Eso nos da una pauta de porqué sería importante tener un texto como el citado en el horizonte de nuestra reflexión situada. Quizás nos evitaría no importar conceptos, de eso vivimos, sino desvincularlos de una elaboración cercana. El hecho de no retomar una elaboración hace que, siguiendo la famosa fórmula freudiana, repitamos. ¿Y qué repitiríamos? Cuando la teoría se convierte en un orden esclarecedor de procesos particulares, entonces la teoría deviene ella misma una explicación: el significante vacío deviene significante vacío, o hasta incluso deviene vacío de significante ya que no puede producir más que lo que ella alberga. La peor consecuencia que eso puede tener es que quizás la teoría como orden explicador solo pueda operar sobre una realidad y en esto reside la repetición: si, como dice la fórmula peronista, la única verdad es la realidad, literal pasa por la elaboración significante la frase para devolver un “Cualquiera se adapta a la realidad, a la verdad siempre se la reprime” (literal 1 p.35). (Los casos singulares o las singularidades del caso bien gracias luego las vemos. Luego cuando salgamos del edificio discursivo de la academia. ¿Ignoraba Stavrakakis que se hallaba en el portagrama, es decir el pabellón, Hugo Chavez?)
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3.- Finalmente queda una pregunta respecto al lugar del psicoanálisis dentro de la teoría y la política (parafraseando el libro de Stavrakakis La izquierda lacaniana. Psicoanálisis, teoría, política). La pregunta apuntaría a esa diferencia esencial del psicoanálisis con al teoría y con la política. Es decir no los usos posibles del psicoanálisis en la teoría y la política sino la especificidad de una política del psicoanálisis, o mejor aún, las diversas políticas del psicoanálisis. Allí habría que meterse de lleno con esos textos complejos, contradictorios, paradójicos, que son los textos de institucionalización del psicoanálisis. Es decir con los intentos de inscripción y de instalación de un discurso verdaderamente subversivo. La cuestión es siempre elidida, dada por supuesta, y no abordada más que al interior de las diversas escuelas. Hay allí una política del psicoanálisis más allá de su uso teórico, en lugar del psicoanálisis como soporte de la teoría política. Es decir que quizás el más interesante aprendizaje que podamos sacar del psicoanálisis como política esté más cercano a un pensamiento sobre la intervención, la formación, y la instalación de… lo singular.
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4.- En definitiva la cuestión es, formulada foucaultianamente: hay cosas que se dicen y cosas que no se dicen. Toda la estrategia (socialista) es intervenir sobre el estado (de la lengua en un momento determinado) para que lo no dicho pueda seguir adviniendo. En el pabellón Chavez nos quedamos rojos de tanto esperar que algo de lo que no hemos escuchado todavía irrumpiera de una vez, pero de Grecia, lamentablemente, solo nos sigue llegando filosofía y política.
Juan Manuel Conforte