Boutade de lectura
París no se acaba nunca
Tan feliz que ni me enteraba
(E V-M)
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1-Ironizar es ausentarse, frase certera, la leo en el capítulo 109. París… es una Novela ordenada cortazarianamente. O, para ser más precisos, macedonianamente en una enumeración salteada que aprovecha los retornos en la aparente digresión de sus temas claves: la iniciación del escritor, la pose, la impostura y un pasaje de la creencia en que la elegancia estaba en la desesperación a encontrarla en la alegría: el estilo en la alegría. Este pasaje se logra con la ironía. Una frase atribuida a Macedonio Fernández (frase que le pertenece a varios autores y a ninguno, es decir a quien se anime a usarla *…) nos permite apreciarla: “Varias veces emprendí el estudio de la metafísica, pero me interrumpió la felicidad”.
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2-Aprenderla es usarla. Vale decir, que es llevarla a una operación vital (nunca mejor empleada esta palabra). Fin del sueño de los años de formación para dar lugar a la inmadurez, para decirlo en clave Gombrowicz: la forma inacabada es la que más vale, como París para el personaje …, que no se acaba nunca. La forma inacabada es una salida. De lo contrario, el derrotero es hundirse en la maldición de un sí mismo que no deja de mortificarse en su falta de ironía.
Esta conclusión rasante la obtengo al pasar al capítulo 110 (al margen: me gusta esta enumeración porque me remiten a las líneas de colectivos de una ciudad que te pueden llevar o traer a alguna parte o no). “Hemingway volvió del hospital y se replegó más en sí mismo. Como decía Jeanne Boutade, son frecuentes los escritores que, por mucho que hayan triunfado, terminan por recluirse, por esconderse cuando se hacen viejos”. Es decir, se desentienden del juego, no quieren más ironía: la literalizan y se acaban suicidando.
.Sergio Millet
*Cf. Sobre “The Purple Land” Otras inquisiciones”, J. L. Borges