Adelanto
De repente, los hallazgos fugaces son los que tienen la potencia de encender la chispa y no tanto las fábulas (pequeñas historias) contadas en este reciente libro de Ana Paula Tumas. Los hallazgos a los que me refiero adquieren el valor de una Tyche, nos lleva al punctum. En consecuencia, ya dentro del cuadro, podemos ubicarnos desde estos puntos sin la “ternura fría” que anuncia una de sus heroínas.
Por mi parte, lector sin desenlaces finales, ya metido en el tejido de lo puesto en cruz, me armo de una clave: se trata de suaves y disimuladas epifanías…
No obstante, esta urgente tesitura, que sirve como atizador para que el fuego que puede encenderse no se consuma todo, he de confesar que los personajes femeninos por momentos logran engañarme. En especial cuando se muestran, sin lograrlo, ser-para-el-Otro. Pero, máscaras de un vacío, antes de que caiga el telón, presenciamos su derrotero, lo que importa. Mujeres que no dejan de tentar al espectador con darles una respuesta. Por suerte, cada tanto vuelven las frases-iluminaciones, entonces el lector entiende el juego y pasa, salta de página y logra imaginarse que encuentra una respuesta. Entonces, solo entonces, resuena el adagio que una vez leí en escrita*: el secreto es que no hay ningún secreto, detrás de la máscara, otra máscara.
Precisiones empíricas
Las epifanías hacen la puntada. Sacan ¿a quién? Imagino al que está leyendo, al yo junto a su cantado Ideal: el que espera su satisfacción de ser.
Como fuere, lo sutil es cortante. Un ejemplo lo tenemos cuando, ya lo mencioné, una de las máscaras encarnada, la de “ternura fría (que) quiere zurcir la herida”. Ya no, si nos vamos a otra página. Ya no, en este acontecer del trazo nos encontramos con un suave, cálido pasar el hilo “sin agitar la hierba”. Un movimiento bajo la máscara ahora de un ratón, sin dudarlo, el estilo es un animal que pasa con esa discreción.
Sergio Milet, Febrero, 2023
* Revista escrita (Córdoba, 1980/86), Nota editorial de Antonio Oviedo en el primer número de escrita, agosto 1980.